’El
Flaco de Oro’ es el gran homenajeado en el 46 Festival Vallenato.
“Un amigo me
dijo, Gustavo, aprovecha de aquí hasta el 30 de abril, porque del primero de
mayo en adelante, ya no te van a hacer más homenajes”.
Por: Humberto Carrillo Mindiola
Luego de ser condecorado en todo el país a lo largo de muchos años por diversas entidades oficiales y privadas, para Gustavo Gutiérrez “ser homenajeado en el Festival de la Leyenda Vallenata es la mayor satisfacción que puede sentir un compositor”.
Luego de ser condecorado en todo el país a lo largo de muchos años por diversas entidades oficiales y privadas, para Gustavo Gutiérrez “ser homenajeado en el Festival de la Leyenda Vallenata es la mayor satisfacción que puede sentir un compositor”.
En el afiche de la versión 46 del Festival, realizado
por el fotógrafo barranquillero Samuel Tcherassi, está con su pañuelo blanco en
el cuello y su acordeón piano. “Estoy contento, a pesar de mi edad, salí muy favorecido”,
afirma, haciéndole zigzag a sus 73 años.
Mira hacia atrás y recuerda que teniendo 29 años, ganó el
concurso de canción inédita en el segundo festival vallenato en 1969, con ’Rumores
de viejas voces’.
“Adiós recuerdos
recuerdos amigos de mi vejo Valle,
Valle mío querido
Ya no se escuchan las notas acordes
de viejos sones de Tobías Enrique
Jaime Molina y sus versos de amores
ya quieren irse por odios y piques”.
‘Confidencias’
es su canción preferida “por tener una letra humilde, es la que me dio a
conocer, fue mi primera canción grabada por Alfredo Gutiérrez en 1969, es la que
más me piden, junto a ‘Así fue mi querer’ y ‘Sin medir distancias’.
“Gustavo Gutiérrez canta en Valledupar
cuando sale el sol.
Nada compara ese encanto, sólo tu
mirar divino mi amor”.
Viajero
soy de mis cantos
Como trofeos que enmarcan el reposo del guerrero, colgados
están en la pared de una sala en su casa en Valledupar, su acordeón piano y su
guitarra. “He dado muchos vuelcos con el acordeón. En mis inicios tocaba tangos
y pasillos con una concertina de un hermano, luego cuando comencé a componer me
pasó al vallenato. Con guitarra tocaba milongas argentinas, me encantan las sambas
y los boleros”.
“El sentimiento de la música mejicana influyó mucho en mi
obra. Eso comentaba con Escalona y Leandro Díaz, los tres éramos grandes
admiradores de José Alfredo Jiménez. En nuestra juventud íbamos a los teatros
en Valledupar, El Caribe y El Cesar, y lo que veíamos era películas de Pedro
Infante y Jorge Negrete, y cuando íbamos a las cantinas en Patillal y Atánquez,
parrandeábamos con rancheras de José Alfredo”.
“Al tango, la samba y la milonga los admiro mucho por
la letra, les cantan a los ríos, a la naturaleza, al diario acontecer, a los
recuerdos, a las vivencias, y por ahí está mi inspiración, cantarle a la naturaleza,
a la tierra, al amor, que es un concepto más universal, más existencialista. Le
canto al amigo, al padre, a la madre, a todo lo que exista sobre la tierra, ese
es el sentir de mis canciones. Cuando estoy en casa me gusta escuchar boleros,
la música cubana, me encanta la música instrumental”.
Cantante
de rancheras y boleros
Hace poco logró uno de sus sueños aplazados: grabó un CD
cantando boleros y rancheras. “Lo hice para complacer a los amigos, para
regarlo, a mis amigos les gusta, hay muchas fiestas privadas donde voy y allí
canto Malagueña, con mariachi o con pista. Es un hobby mío, porque cuando tenía
15 años y hasta los 23, tenía un trío en Valledupar y cantábamos boleros y
rancheras, yo fui primero cantante de tríos”.
“A los 23 años me retiré de esa música porque me atrapó
el vallenato. Tuve un desengaño amoroso, cogí un papel, hice unos versitos y de
ahí nació “La espina”, que me grabaron las orquestas más famosas de la época, la
de Pacho Galán y la Billos Caracas Boys, y luego “Confidencias” que me grabó
Alfredo Gutiérrez. Cuando me disparé con esas dos canciones, me di cuenta que
eso era lo mío, que servía para eso y de ahí para allá continué haciendo
canciones”.
“Me encanta volver a escuchar esa vieja música, esos
boleros de Los Panchos, Los tres ases, Los diamantes”. También escucho
vallenato, el viejo, el que tiene poesía, el que le canta a la tierra, a los
aconteceres de la provincia, el de las crónicas, el lírico”.
Su
universo poético
“Me gusta mucho la poesía, soy un depurador del verso,
hago una canción y además del contenido poético cuido el ropaje que tiene la
palabra, el verso. Soy autocrítico en ese concepto y soy un amante de la poesía
profunda, la que le canta al amor existencial, a los recuerdos, a las vivencias”.
“Cuando era joven leía mucha poesía. En el colegio
donde estudiaba, el Nariño, dábamos una materia que se llamaba Preceptiva
Literaria y el profesor Ricardo Gutiérrez nos ponía a hacer poesía, a analizar
a los poetas españoles y despertó ese deseo por la buena lectura. Me gustaba
leer a Machado, el de “caminante no hay
camino se hace camino al andar”, Pablo Neruda, Juan Ramón Jiménez, Federico
García Lorca, Julio Flórez, José Asunción Silva, Porfirio Barba Jacob.
Últimamente no leo poesía, pero como dicen, “lo que se aprende en la juventud y
se afianza bien profundamente en el corazón, difícilmente se olvida”.
“Así, de vez en cuando me salen versos como el de mi
última canción que grabó Jorgito Celedón, donde hago una reflexión sobre la
vida y digo: “No le pido más nada a la
vida, sino vivir feliz en Valledupar. Hay soledades que duelen mucho y hay un
silencio para pensar. Hoy quiero luces para que alumbren lo que me falta por
caminar”.
El
cantor de los versos tristes
“Hay muchas canciones que hubieran podido ser mejores,
pero afortunadamente esas no gustaron, no se escucharon. Las que considero mis
mejores canciones, todas gustaron. Tuve una gran ventaja, que los acordeoneros
y cantantes que grabaron mis canciones iban a mi casa y yo se las entregaba ya
montadas, con mis propios arreglos de acordeón, y el cantante me las escuchaba
cantar y buscaba la manera de interpretarlas como yo las sentía. Así se
produjeron buenos logros de mis canciones”.
En 1982 gana nuevamente el concurso de canción inédita
con ‘Paisaje de sol’:
“Aquel paisaje nació sobre una tarde
de sol
y allí el destino marcó el sendero de
mi canción
y desde entonces yo soy romántico y
soñador
porque no puedo cambiar la fuerza de
mi expresión”.
El
declamador romántico y soñador
“Declamar se me volvió una costumbre porque mis
canciones son poesía, son declamables. Me encanta declamar, es un estilo, una
característica mía, lo mismo que cantar con una rosa. La declamación se me
volvió una rutina, un hábito, me encanta ser original, creo que en Colombia es difícil
conseguir un compositor que declame todas sus canciones antes de cantarlas. Y
noto que a la gente le gusta”.
A
qué sabe un festival
El festival ya no tiene ese sabor a pueblo que tenía
cuando se hacía en la Plaza Alfonso López, cuando había barras con pancartas
apoyando a sus artistas favoritos, pero ha tenido una gran evolución al contar
con un espacio de grandes dimensiones como es el Parque de la Leyenda. El
evento ya es internacional, ya es de grandes conciertos”.
“Añoro esos festivales que tenían sabor a pueblo, pero
todo en la vida va caminando, va progresando, y ya era materialmente imposible
hacer el festival en la Plaza Alfonso López. Hoy en día el festival ocupa el
primer lugar en Colombia, lo cual nos enorgullece y nos mantiene vivos, llenos
de anhelos y esperanzas para continuar ese camino que nos trazaron Escalona,
Alfonso López y Consuelo”.
“Organicé cinco festivales como director de la Oficina
de Turismo, después cuando se creó la Fundación del Festival de la Leyenda
Vallenata en 1986, fui vicepresidente, siendo La Cacica la presidenta. Estuve
con ella 18 años y cuando ella murió renuncié. Actualmente soy miembro
vitalicio del Consejo Directivo. Hoy, encabezados por mi pariente Rodolfo
Molina como presidente y Efraín El Mono Quintero, vicepresidente, hay un equipo
muy unido en sus criterios y fundamentos de lo que hay que hacer, un grupo que
le pone mucho cariño y empeño en echar hacia adelante”.
Se
fue alejando su nota, por la vieja calle se perdió
“Estoy retirado de la composición, pero ahora estoy
mucho más activo en la música, me la paso viajando, estoy recogiendo la
cosecha, ya sembré y ahora recojo. Hago giras por toda Colombia cantando mis
canciones con una flor en la mano, me bajo del escenario, declamo, reparto
flores a las mujeres”.
“En la composición ya cumplí un ciclo. Lo importante es
que me siento orgulloso de haber creado un estilo en el vallenato, el
romanticismo, el lirismo. Todos me lo reconocen y creo que la labor está
cumplida. Hice una buena producción de 110 canciones. Ya el entorno no es el
mismo, vivo muy feliz con mi esposa Yennis Armenta y con mis hijos Evaristo y Enrique,
vivo sabroso, viendo televisión, disfrutando del aprecio de los amigos y ya no
quiero componer porque los amigos con quienes parrandeaba desparecieron”.
“Hace doce años no toco la concertina, ocho años sin
tocar la guitarra, creo que la edad me volvió medio flojo. Hay un momento en la
vida en que uno tiene que retirarse y como afirma un viejo dicho, “retirarse en
plena gloria y en plena juventud”, como hacen los deportistas jóvenes aún con
una buena fanaticada. La juventud cambia, ya la poesía no gusta, oigo la radio
y lo que escucho es música totalmente diferente a la que siento y pienso”.
Me
callo, mejor me voy
“Mi búsqueda era elevar más la poesía en el vallenato y
veo que más bien hay un distanciamiento de la poesía. Entonces me sentía
desubicado y me dije: “Gustavo, es mejor que guardes silencio”. Y he notado que
a medida que pasan los años se acrecientan más mis canciones, es decir, que
tengo razón en decir que la verdadera poesía es la imperecedera, la que marca
antológicamente cuál es la obra de un folclor que va a perdurar y cuál no”.
“Por eso decidí que al menos por una temporada, lo
mejor era silenciarme, porque si iba a componer no iba a cambiar mi manera de
ser, iba a seguir con la misma poesía y quizás hasta más profunda. Eso lo plasmo
en una canción que se titula “Enamórate” donde construyo versos como este: “Yo nunca me arrepiento de lo que viví,
porque me queda la enseñanza si me equivoqué. Lo que importa es para donde voy
a ir, qué voy a hacer mañana al reiniciar. Con el conocimiento que aprendí
caminaré derecho hasta el final”. Eso es lo que pensaba componer en
adelante y resulta que prendo el radio y lo que oigo es puro brincoleteo. Entonces
dije “mejor me callo, con lo que hice está bien”.
Dame
tu mano mi amigo que quiero saludarte
“Hubiera querido ser un cronista en el vallenato.
Cuando comencé a componer, todos los compositores de esa época queríamos ser
como Escalona, pero me di cuenta que yo no tenía el don de la crónica, era una
persona muy taciturna, muy ensimismada, muy tímida, muy solitaria. Sabía que
solamente tenía aptitud para componer sobre mi trashumancia, mi soñar, mi
pensar de la vida, y entonces vislumbré que mi camino era otro”.
“Me hubiera gustado haber hecho canciones como ‘La
brasilera’ o ‘La molinera’. De compositores nuevos también hay buenas canciones
que me hubiera gustado componer. Eso es como envidia de la buena, emulación.
Esos compositores son amigos míos, me la llevo divinamente con todos. Tengo un
don que me dio Dios, que capto inmediatamente cuando le caigo mal a una persona
y nunca he sentido eso cuando estoy cerca de compositores y todos hablan bien
de mi, reconocen mi trabajo, saben que me dediqué con alma, vida y corazón al
lirismo y a depurar la poesía en la canción vallenata”.
“Todos los compositores que me siguieron a mí están
haciendo lo mismo, hay un grupo de compositores que estamos todos al mismo
nivel. Le dije un día a Roberto Calderón que “la virtud mía tal vez es que fui
el primero”, pero todos los que siguieron son compositores que hacen unas
canciones de la misma categoría de las mías. Todos estamos en el mismo nivel y
esa es la grandeza del vallenato, porque cuando un folclor depende de uno o dos
compositores, desaparece. El vallenato tiene ese gran alimento, que tiene más
de treinta compositores de primer nivel”.
Todo
es vano y el tiempo fugaz
“Entonces se muere Escalona, se muere Roberto Calderón
o Gustavo Gutiérrez y aparecen otros. Eso sostiene al vallenato. Y hay de todos
los matices: cronistas, costumbristas, románticos, líricos, y en distintos
aires musicales, porque el vallenato en el mismo paseo tiene paseo lento y
paseo rápido que es el que están grabando ahora, y en esa gran variedad, en esa
gran riqueza, está la grandeza del vallenato, que hay para todos los gustos. Para
la juventud, el vallenato actual y para la gente que le gusta ser romántica y
soñadora, el vallenato clásico”.
El
quinto aire vallenato
“Comentábamos con Nacho Urbina, que fue el promotor de
eso, Escalona y Alfonso López, que la idea de ellos era que en los concursos
tocaran vallenato lírico como ‘Así fue mi querer’, pero en realidad eso no se
podía, son canciones de tres compases, más largas, y eran un problema para los
acordeoneros, ya que por estar cantándolas no tenían tiempo para lucirse
tocando el instrumento. Por eso es que en los festivales los acordeoneros
escogen canciones cortas para tener tiempo de lograr lucirse. Esa vez en
Villanueva recuerdo que llevé un Long play grabado hace 40 años y dije “para
qué ponerle nombre a un hijo que ya tiene nombre” y mostré la carátula:
“Gustavo Gutiérrez: El Poeta del Vallenato, El Vallenato Romántico”. Tengo tres
LP que dicen “El Vallenato Romántico”.
“Entonces para qué decir que es vallenato lírico si ya
tiene nombre. Romántico o lírico es lo mismo, es paseo. Para que fuera un
quinto aire tiene que ser otro ritmo musical. Los grandes musicólogos de
Colombia como Francisco Zumaqué, Rafael Fernández y Sandra Padilla, conceptuaron
que se escribe con el mismo compás por cuatro. En el caso del porro puedes
cantarle a las costumbres de un pueblo o a la muerte de un amigo y ambos son
porros. En el vallenato hay paseo lírico y romántico, costumbrista y narrativo,
pero sigue siendo el mismo vallenato. Esa idea del quinto aire no cuajó, no hay
necesidad”.
Sus
mejores intérpretes
Para Gustavo Gutiérrez los tres cantantes que han sido
los pilares de su carrera son Jorge Oñate, Poncho Zuleta y Diomedes Díaz. A
ellos les agrega de su segunda época a Rafael Orozco, Iván Villazón y Beto
Zabaleta.
“De la Nueva Ola, Peter Manjarrés me grabó dos
canciones cuando ganó el Grammy, ‘Aquella tarde’ y ‘Te quiero porque te quiero’.
Jorgito Celedón me grabó ‘No pido más’ y hay otros proyectos para este año”.
“Estas noches en el Parque de la Leyenda sé que me van
a hacer cantar, lo ideal es que me canten a mí como homenajeado para
disfrutarlo. Pero me tocará cantar, obviamente, “Confidencias”, que fue mi
primera canción”.
“Estoy gozando los homenajes, voy a disfrutar el Festival.
Estoy en una faceta muy hermosa que no la tuve cuando estaba dedicado por
completo a componer. Era muy melancólico, muy triste, no salía de Valledupar. Ahora
me la paso viajando y cantando por todo el país y me siento muy bien. Ya
veremos cómo amanezco el primero de mayo. Como me dijo un amigo, “Gustavo,
aprovecha de aquí hasta el 30 de abril, porque del primero en adelante, ya no
te van a hacer más homenajes”.
Valledupar, abril 25-13