jueves, 25 de abril de 2013

“La labor está cumplida”: Gustavo Gutiérrez Cabello



’El Flaco de Oro’ es el gran homenajeado en el 46 Festival Vallenato.

“Un amigo me dijo, Gustavo, aprovecha de aquí hasta el 30 de abril, porque del primero de mayo en adelante, ya no te van a hacer más homenajes”.
                                                             
Por: Humberto Carrillo Mindiola

Luego de ser condecorado en todo el país a lo largo de muchos años por diversas entidades oficiales y privadas, para Gustavo Gutiérrez “ser homenajeado en el Festival de la Leyenda Vallenata es la mayor satisfacción que puede sentir un compositor”.

En el afiche de la versión 46 del Festival, realizado por el fotógrafo barranquillero Samuel Tcherassi, está con su pañuelo blanco en el cuello y su acordeón piano. “Estoy contento, a pesar de mi edad, salí muy favorecido”, afirma, haciéndole zigzag a sus 73 años.

Mira hacia atrás y recuerda que teniendo 29 años, ganó el concurso de canción inédita en el segundo festival vallenato en 1969, con ’Rumores de viejas voces’.

“Adiós recuerdos
recuerdos amigos de mi vejo Valle, Valle mío querido
Ya no se escuchan las notas acordes
de viejos sones de Tobías Enrique
Jaime Molina y sus versos de amores
ya quieren irse por odios y piques”.
 
‘Confidencias’ es su canción preferida “por tener una letra humilde, es la que me dio a conocer, fue mi primera canción grabada por Alfredo Gutiérrez en 1969, es la que más me piden, junto a ‘Así fue mi querer’ y ‘Sin medir distancias’.

“Gustavo Gutiérrez canta en Valledupar cuando sale el sol.
Nada compara ese encanto, sólo tu mirar divino mi amor”.

Viajero soy de mis cantos

Como trofeos que enmarcan el reposo del guerrero, colgados están en la pared de una sala en su casa en Valledupar, su acordeón piano y su guitarra. “He dado muchos vuelcos con el acordeón. En mis inicios tocaba tangos y pasillos con una concertina de un hermano, luego cuando comencé a componer me pasó al vallenato. Con guitarra tocaba milongas argentinas, me encantan las sambas y los boleros”.

“El sentimiento de la música mejicana influyó mucho en mi obra. Eso comentaba con Escalona y Leandro Díaz, los tres éramos grandes admiradores de José Alfredo Jiménez. En nuestra juventud íbamos a los teatros en Valledupar, El Caribe y El Cesar, y lo que veíamos era películas de Pedro Infante y Jorge Negrete, y cuando íbamos a las cantinas en Patillal y Atánquez, parrandeábamos con rancheras de José Alfredo”.

“Al tango, la samba y la milonga los admiro mucho por la letra, les cantan a los ríos, a la naturaleza, al diario acontecer, a los recuerdos, a las vivencias, y por ahí está mi inspiración, cantarle a la naturaleza, a la tierra, al amor, que es un concepto más universal, más existencialista. Le canto al amigo, al padre, a la madre, a todo lo que exista sobre la tierra, ese es el sentir de mis canciones. Cuando estoy en casa me gusta escuchar boleros, la música cubana, me encanta la música instrumental”.

Cantante de rancheras y boleros

Hace poco logró uno de sus sueños aplazados: grabó un CD cantando boleros y rancheras. “Lo hice para complacer a los amigos, para regarlo, a mis amigos les gusta, hay muchas fiestas privadas donde voy y allí canto Malagueña, con mariachi o con pista. Es un hobby mío, porque cuando tenía 15 años y hasta los 23, tenía un trío en Valledupar y cantábamos boleros y rancheras, yo fui primero cantante de tríos”.

“A los 23 años me retiré de esa música porque me atrapó el vallenato. Tuve un desengaño amoroso, cogí un papel, hice unos versitos y de ahí nació “La espina”, que me grabaron las orquestas más famosas de la época, la de Pacho Galán y la Billos Caracas Boys, y luego “Confidencias” que me grabó Alfredo Gutiérrez. Cuando me disparé con esas dos canciones, me di cuenta que eso era lo mío, que servía para eso y de ahí para allá continué haciendo canciones”.
“Me encanta volver a escuchar esa vieja música, esos boleros de Los Panchos, Los tres ases, Los diamantes”. También escucho vallenato, el viejo, el que tiene poesía, el que le canta a la tierra, a los aconteceres de la provincia, el de las crónicas, el lírico”.

Su universo poético

“Me gusta mucho la poesía, soy un depurador del verso, hago una canción y además del contenido poético cuido el ropaje que tiene la palabra, el verso. Soy autocrítico en ese concepto y soy un amante de la poesía profunda, la que le canta al amor existencial, a los recuerdos, a las vivencias”.

“Cuando era joven leía mucha poesía. En el colegio donde estudiaba, el Nariño, dábamos una materia que se llamaba Preceptiva Literaria y el profesor Ricardo Gutiérrez nos ponía a hacer poesía, a analizar a los poetas españoles y despertó ese deseo por la buena lectura. Me gustaba leer a Machado, el de “caminante no hay camino se hace camino al andar”, Pablo Neruda, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Julio Flórez, José Asunción Silva, Porfirio Barba Jacob. Últimamente no leo poesía, pero como dicen, “lo que se aprende en la juventud y se afianza bien profundamente en el corazón, difícilmente se olvida”.

“Así, de vez en cuando me salen versos como el de mi última canción que grabó Jorgito Celedón, donde hago una reflexión sobre la vida y digo: “No le pido más nada a la vida, sino vivir feliz en Valledupar. Hay soledades que duelen mucho y hay un silencio para pensar. Hoy quiero luces para que alumbren lo que me falta por caminar”.

El cantor de los versos tristes

“Hay muchas canciones que hubieran podido ser mejores, pero afortunadamente esas no gustaron, no se escucharon. Las que considero mis mejores canciones, todas gustaron. Tuve una gran ventaja, que los acordeoneros y cantantes que grabaron mis canciones iban a mi casa y yo se las entregaba ya montadas, con mis propios arreglos de acordeón, y el cantante me las escuchaba cantar y buscaba la manera de interpretarlas como yo las sentía. Así se produjeron buenos logros de mis canciones”.
En 1982 gana nuevamente el concurso de canción inédita con ‘Paisaje de sol’:

“Aquel paisaje nació sobre una tarde de sol
y allí el destino marcó el sendero de mi canción
y desde entonces yo soy romántico y soñador
porque no puedo cambiar la fuerza de mi expresión”.

El declamador romántico y soñador

“Declamar se me volvió una costumbre porque mis canciones son poesía, son declamables. Me encanta declamar, es un estilo, una característica mía, lo mismo que cantar con una rosa. La declamación se me volvió una rutina, un hábito, me encanta ser original, creo que en Colombia es difícil conseguir un compositor que declame todas sus canciones antes de cantarlas. Y noto que a la gente le gusta”.


A qué sabe un festival

El festival ya no tiene ese sabor a pueblo que tenía cuando se hacía en la Plaza Alfonso López, cuando había barras con pancartas apoyando a sus artistas favoritos, pero ha tenido una gran evolución al contar con un espacio de grandes dimensiones como es el Parque de la Leyenda. El evento ya es internacional, ya es de grandes conciertos”.

“Añoro esos festivales que tenían sabor a pueblo, pero todo en la vida va caminando, va progresando, y ya era materialmente imposible hacer el festival en la Plaza Alfonso López. Hoy en día el festival ocupa el primer lugar en Colombia, lo cual nos enorgullece y nos mantiene vivos, llenos de anhelos y esperanzas para continuar ese camino que nos trazaron Escalona, Alfonso López y Consuelo”.

“Organicé cinco festivales como director de la Oficina de Turismo, después cuando se creó la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata en 1986, fui vicepresidente, siendo La Cacica la presidenta. Estuve con ella 18 años y cuando ella murió renuncié. Actualmente soy miembro vitalicio del Consejo Directivo. Hoy, encabezados por mi pariente Rodolfo Molina como presidente y Efraín El Mono Quintero, vicepresidente, hay un equipo muy unido en sus criterios y fundamentos de lo que hay que hacer, un grupo que le pone mucho cariño y empeño en echar hacia adelante”.

Se fue alejando su nota, por la vieja calle se perdió

“Estoy retirado de la composición, pero ahora estoy mucho más activo en la música, me la paso viajando, estoy recogiendo la cosecha, ya sembré y ahora recojo. Hago giras por toda Colombia cantando mis canciones con una flor en la mano, me bajo del escenario, declamo, reparto flores a las mujeres”.

“En la composición ya cumplí un ciclo. Lo importante es que me siento orgulloso de haber creado un estilo en el vallenato, el romanticismo, el lirismo. Todos me lo reconocen y creo que la labor está cumplida. Hice una buena producción de 110 canciones. Ya el entorno no es el mismo, vivo muy feliz con mi esposa Yennis Armenta y con mis hijos Evaristo y Enrique, vivo sabroso, viendo televisión, disfrutando del aprecio de los amigos y ya no quiero componer porque los amigos con quienes parrandeaba desparecieron”.

“Hace doce años no toco la concertina, ocho años sin tocar la guitarra, creo que la edad me volvió medio flojo. Hay un momento en la vida en que uno tiene que retirarse y como afirma un viejo dicho, “retirarse en plena gloria y en plena juventud”, como hacen los deportistas jóvenes aún con una buena fanaticada. La juventud cambia, ya la poesía no gusta, oigo la radio y lo que escucho es música totalmente diferente a la que siento y pienso”.

Me callo, mejor me voy

“Mi búsqueda era elevar más la poesía en el vallenato y veo que más bien hay un distanciamiento de la poesía. Entonces me sentía desubicado y me dije: “Gustavo, es mejor que guardes silencio”. Y he notado que a medida que pasan los años se acrecientan más mis canciones, es decir, que tengo razón en decir que la verdadera poesía es la imperecedera, la que marca antológicamente cuál es la obra de un folclor que va a perdurar y cuál no”.

“Por eso decidí que al menos por una temporada, lo mejor era silenciarme, porque si iba a componer no iba a cambiar mi manera de ser, iba a seguir con la misma poesía y quizás hasta más profunda. Eso lo plasmo en una canción que se titula “Enamórate” donde construyo versos como este: “Yo nunca me arrepiento de lo que viví, porque me queda la enseñanza si me equivoqué. Lo que importa es para donde voy a ir, qué voy a hacer mañana al reiniciar. Con el conocimiento que aprendí caminaré derecho hasta el final”. Eso es lo que pensaba componer en adelante y resulta que prendo el radio y lo que oigo es puro brincoleteo. Entonces dije “mejor me callo, con lo que hice está bien”.

Dame tu mano mi amigo que quiero saludarte

“Hubiera querido ser un cronista en el vallenato. Cuando comencé a componer, todos los compositores de esa época queríamos ser como Escalona, pero me di cuenta que yo no tenía el don de la crónica, era una persona muy taciturna, muy ensimismada, muy tímida, muy solitaria. Sabía que solamente tenía aptitud para componer sobre mi trashumancia, mi soñar, mi pensar de la vida, y entonces vislumbré que mi camino era otro”.

“Me hubiera gustado haber hecho canciones como ‘La brasilera’ o ‘La molinera’. De compositores nuevos también hay buenas canciones que me hubiera gustado componer. Eso es como envidia de la buena, emulación. Esos compositores son amigos míos, me la llevo divinamente con todos. Tengo un don que me dio Dios, que capto inmediatamente cuando le caigo mal a una persona y nunca he sentido eso cuando estoy cerca de compositores y todos hablan bien de mi, reconocen mi trabajo, saben que me dediqué con alma, vida y corazón al lirismo y a depurar la poesía en la canción vallenata”.

“Todos los compositores que me siguieron a mí están haciendo lo mismo, hay un grupo de compositores que estamos todos al mismo nivel. Le dije un día a Roberto Calderón que “la virtud mía tal vez es que fui el primero”, pero todos los que siguieron son compositores que hacen unas canciones de la misma categoría de las mías. Todos estamos en el mismo nivel y esa es la grandeza del vallenato, porque cuando un folclor depende de uno o dos compositores, desaparece. El vallenato tiene ese gran alimento, que tiene más de treinta compositores de primer nivel”.

Todo es vano y el tiempo fugaz

“Entonces se muere Escalona, se muere Roberto Calderón o Gustavo Gutiérrez y aparecen otros. Eso sostiene al vallenato. Y hay de todos los matices: cronistas, costumbristas, románticos, líricos, y en distintos aires musicales, porque el vallenato en el mismo paseo tiene paseo lento y paseo rápido que es el que están grabando ahora, y en esa gran variedad, en esa gran riqueza, está la grandeza del vallenato, que hay para todos los gustos. Para la juventud, el vallenato actual y para la gente que le gusta ser romántica y soñadora, el vallenato clásico”.

El quinto aire vallenato

“Comentábamos con Nacho Urbina, que fue el promotor de eso, Escalona y Alfonso López, que la idea de ellos era que en los concursos tocaran vallenato lírico como ‘Así fue mi querer’, pero en realidad eso no se podía, son canciones de tres compases, más largas, y eran un problema para los acordeoneros, ya que por estar cantándolas no tenían tiempo para lucirse tocando el instrumento. Por eso es que en los festivales los acordeoneros escogen canciones cortas para tener tiempo de lograr lucirse. Esa vez en Villanueva recuerdo que llevé un Long play grabado hace 40 años y dije “para qué ponerle nombre a un hijo que ya tiene nombre” y mostré la carátula: “Gustavo Gutiérrez: El Poeta del Vallenato, El Vallenato Romántico”. Tengo tres LP que dicen “El Vallenato Romántico”.

“Entonces para qué decir que es vallenato lírico si ya tiene nombre. Romántico o lírico es lo mismo, es paseo. Para que fuera un quinto aire tiene que ser otro ritmo musical. Los grandes musicólogos de Colombia como Francisco Zumaqué, Rafael Fernández y Sandra Padilla, conceptuaron que se escribe con el mismo compás por cuatro. En el caso del porro puedes cantarle a las costumbres de un pueblo o a la muerte de un amigo y ambos son porros. En el vallenato hay paseo lírico y romántico, costumbrista y narrativo, pero sigue siendo el mismo vallenato. Esa idea del quinto aire no cuajó, no hay necesidad”.

Sus mejores intérpretes

Para Gustavo Gutiérrez los tres cantantes que han sido los pilares de su carrera son Jorge Oñate, Poncho Zuleta y Diomedes Díaz. A ellos les agrega de su segunda época a Rafael Orozco, Iván Villazón y Beto Zabaleta.                             
“De la Nueva Ola, Peter Manjarrés me grabó dos canciones cuando ganó el Grammy, ‘Aquella tarde’ y ‘Te quiero porque te quiero’. Jorgito Celedón me grabó ‘No pido más’ y hay otros proyectos para este año”.



Regalo mis canciones

“Estas noches en el Parque de la Leyenda sé que me van a hacer cantar, lo ideal es que me canten a mí como homenajeado para disfrutarlo. Pero me tocará cantar, obviamente, “Confidencias”, que fue mi primera canción”.
“Estoy gozando los homenajes, voy a disfrutar el Festival. Estoy en una faceta muy hermosa que no la tuve cuando estaba dedicado por completo a componer. Era muy melancólico, muy triste, no salía de Valledupar. Ahora me la paso viajando y cantando por todo el país y me siento muy bien. Ya veremos cómo amanezco el primero de mayo. Como me dijo un amigo, “Gustavo, aprovecha de aquí hasta el 30 de abril, porque del primero en adelante, ya no te van a hacer más homenajes”.

Valledupar, abril 25-13